martes, 22 de noviembre de 2011

La hipótesis fantástica ¿Qué pasaría si al entrar en tu habitación te encontraras un cocodrilo en tu cama?

Mientras conducía de vuelta a casa pensaba en su ático. Hacía una hora había mandado un sms a su casa inteligente para que encendiera la calefacción y así estuviera confortable para su llegada.
En cuanto entró por la puerta tiró su abrigo al suelo junto a su bolso, la temperatura del piso era ideal y comenzó a desabrocharse la blusa mientras se bajaba de los tacones, enfiló el pasillo a la vez que deslizaba hacia abajo la cremallera de su falda y se deshacía de ella antes de entrar al baño. Abrió el grifo de la bañera de hidromasaje y dejó que se llenara, terminó de quitarse las medias de nylon, su corsé y su tanga, dejándolos tirados en el suelo haciendo un rastro hasta el dormitorio.
Abrió las puertas de su vestidor, entró y escogió ropa cómoda para estar en casa.
— ¡Me encanta cuando entras así a casa!
Ella dio un pequeño brinco por el susto, dejando caer la ropa.
—Y a mí que te pongas tu disfraz de cocodrilo sin avisar— se echó junto a él en la cama — ¡¡Cómeme cocodrilo mío!!

viernes, 8 de abril de 2011

Una nueva era

"Aparecerán volando en las alturas círculos de luces, trayendo seres extraños de otros planetas. Sí, serán los que vinieron a poblar la tierra se dirá, y se dirá bien. ¡Sí! Los que se llamaron ángeles en el antiguo Testamento, ó la voz de Jehová, serán y de nuevo se les verá y se les verá y se les escuchará." (Parravicini, 1938)

Nos creíamos dioses, casi seres inmortales con la tecnología que habíamos creado, los grandes logros en medicina y ciencia…sí, nos creíamos los dueños del mundo, de nuestro destino, de nuestras vidas.

Llegamos a pensar que nadie estaba por encima de nosotros y entonces…entonces ÉL nos recordó que no éramos nada.

Durante los primeros ocho minutos perdimos algunos satélites que se estrellaron contra la Tierra destruyendo lo que había a su paso, matando a centenares de personas pero sólo era el principio del fin de nuestra existencia tal y como la conocíamos. Las radiaciones solares que vinieron después acabaron con la capa de ozono, dejándonos a merced de quemaduras extremas en la piel en algunos puntos del planeta. Evaporaron nuestras existencias de agua, los mares perdieron más del 40% de su agua en esta fase.

Las radiaciones aniquilaron nuestros circuitos eléctricos, los reactores nucleares comenzaron a explotar y expulsar radiación al exterior, matando toda la vida que se encontraba a su alrededor…Chernóbil o Japón fueron un juego de niños en comparación.

El caos y la desesperación se apoderó de nosotros, grandes revueltas se dieron en las ciudades, vecinos contra vecinos intentando apoderarse de los pocos víveres que había en las grandes superficies, daba lo mismo matar a alguien, lo importante era abastecerse de víveres y agua…no sabíamos si podríamos seguir pensando que lo tendríamos mañana. Las ciudades se convirtieron en una guerra sin cuartel.

Pasados unos días seguíamos sin electricidad y comunicaciones, nuestros científicos iban contrarreloj para intentar calmar a la población.

Poco a poco se restableció una electricidad básica que duraba unas pocas horas al día y la única comunicación era a través de la tv, donde pudimos ver como nuestros políticos nos pedían calma y fe.

Con el tiempo supimos que algunas zonas del planeta (Francia, Reino Unido o la mitad de Estados Unidos) se habían vuelto no habitables por la radiación extendida y otras (Nueva Zelanda o Islandia) por la falta de la capa de ozono.

Y entonces aparecieron…nuestros cielos se llenaron de naves, haciéndonos recordar viejas películas y series, cuando aparecieron ante nuestros ojos pudimos reconocer viejos dioses de civilizaciones pasadas, dioses venerados en África, dioses a los que nuestros antepasados habían rezado y limpiaron nuestro aire, nuestros mares y con ellos llegó una nueva era.

Aquel 21 de Diciembre de 2012 nuestro final había llegado pero renacimos el 14 de Octubre de 2020 gracias a los Dioses.

viernes, 21 de enero de 2011

Oscuridad


Camino por oscuros senderos donde mis ojos poco se han acostumbrado a la oscuridad, hallando fantasmales figuras en las sombras que me hacen encoger el corazón y hielan el aliento en mi garganta. Respiro entrecortadamente, no dejando que el aire se instale en mis pulmones, expulsándolo de mi cuerpo como si me cortara.
No sé dónde me hallo, no sé si es un bosque o una calle de ciudad, estoy perdido y solo, a nadie he encontrado ni he sentido en mi recorrido.
La voz de alerta de mi interior está histérica, no deja de gritar, es lo único que puedo escuchar, es lo único que se escucha en este silencio, en esta oscuridad. No me deja pensar, ha acallado la voz de la lógica y la razón y le está dejando espacio al miedo que comienza a congelarme el corazón.
Nada, nada encuentro ni veo, solo oscuridad.
Llevo caminando horas, días incluso y no he encontrado nada, ni a nadie. Cada vez estoy más convencido que estoy solo.
Poco a poco se ha levantado una niebla espesa que aún me deja ver menos...he oido un murmullo, mi voz de alerta se ha callado. Sí, hay un murmullo, un rumor de voces detrás de la niebla.
— ¿Hola? ¿Me oyen? ¿Me ven?
El rumor ha parado, siento miles de ojos sobre mí, me están examinando, sopesan si soy amigo o enemigo. Las voces comienzan de nuevo, me hablan pero no las entiendo, mi voz de alerta comienza a chillar haciendo que la respiración me corte la garganta.
—¡¡No entiendo lo que dicen!!
Grito al murmullo que se eleva pero sigo sin comprender que intentan decirme.
Caigo derrotado por el miedo, por el cansancio, por el agobio de sentirme solo tanto tiempo, por no entender las voces.
Escondo mi cara entre las manos, sofocando las lágrimas, dejo escapar un grito de desesperación, descargo un puño de frustración sobre el suelo.
Silencio, las voces han vuelto a callarse.
Me quedo derrotado en el suelo como un niño tras una pataleta, les pido a las voces que vuelvan hablar...no quiero volver a sentir soledad.
A través de la niebla vislumbro una figura ¡por fin! alguien, una persona se acerca a mí, alguien a quien poder sentir, alguien a quien poder abrazar, alguien con quien poder hablar.
Una sensación de tranquilidad me invade y deja paso a una sensación de paz de saber que la soledad ha terminado.
—Sí, la soledad ha terminado—me dice la figura leyendo mis pensamientos—y también los miedos y el dolor, el sentirte perdido.
La niebla se disipa a media que habla y veo más figuras, veo a personas, veo algunos rostros que me son conocidos aunque no estoy seguro. Todos me sonríen.
Me giro para ver a la primera persona que se ha aproximado a mí y me ciega la luz que desprende su ser y vislumbro unas alas detrás de ella. Cuando mis ojos pueden verle el rostro, no hay alas, ni luz solo unos ojos azules cálidos y una grata sonrisa.
—Acompáñame—me dice la voz más dulce que haya escuchado, ¿por qué la desesperación y el miedo no me dejaron oírla?—aquí comienza el camino.