martes, 26 de enero de 2021

La cita

 Me senté tranquila en el sofá, cogí la botella, descorche el vino y mientras me lo servía, su aroma me inundaba.
Le dí un sorbo lento, dejando que todos sus sabores golpearan en mi boca y luego me recosté en el confortable sofá de diseño. Acaricié la tela, suave y cálida, bebí más vino y suspiré porque había hecho un buen trabajo.
Había quedado con mi cliente en un concurrida plaza, pasábamos desapercibidos entre las miles de parejas y los grupos de gente que se reunían allí. Llegó puntual, me trajo un bonito ramo de flores y tras darme un inocente beso en la mejilla, me tomó de la cintura y me llevó hasta el lugar donde cenaríamos.
Era un restaurante caro, pero no en exceso no querría abrumarme, con una decoración a la francesa paredes en colores cálidos, sillas pesadas y manteles blancos de lino. Pidió por los dos pues el maitre sólo hablaba en francés, idioma que yo no dominaba y él, por supuesto sí. Tuvimos una conversación amena donde nos contamos un poco de nuestra vida, nos reímos, nos miramos y nos cogimos de la mano por encima de la mesa.
Tras el restaurante, dimos un paseo por un parque cercano y allí, me besó, al principio delicadamente, como con miedo y luego con pasión como si fuera la última vez que iba a besarme. Le sonreí y le dije de ir a su casa.
Por supuesto tenía un gran ático moderno con una maravillosa vista de la ciudad, muebles en estilo minimalista y todo en tonos blancos y negros.
Enseguida comenzó a besarme y acariciarme
一 Espera, quiero ponerme cómoda para ti
一 Deja que sea yo quien te desnude para devorarte 
Me reí de la ocurrencia con inocencia mientras me dejaba llevar hasta el dormitorio
一 No te preocupes, lo único que necesito lo tengo en el bolso
一 Si es protección, tengo en la mes...
El disparo de la cabeza no dejó que terminara su frase.
Dejé el cuerpo entre el pasillo y la habitación, me dirigí a la cocina, tomé una botella de vino y me senté a esperar a que sonara la campana de mi móvil para decirles que el trabajo ya estaba hecho que necesitaba al equipo de limpieza

sábado, 23 de enero de 2021

Los niños

 Había una vez una niña que jugaba sola en mitad de un gran prado, bajo un enorme manzano de rojas manzanas.
Jugaba con una pelota roja que lanzaba una y otra vez a una muñeca vieja, tuerta del ojo derecho y con las rojas trenzas de lana un poco despeluchadas.
—Jooo María deja de lanzar la pelota tan lejos que me estoy cansando de ir a buscarla.
Y la niña volvió a correr tras la pelota que se alejaba detrás de la muñeca. Cuando volvió se encontró a un pálido niño con la ropa roída y descolorida que había cogido a su amiga de trapo y que ella le quitó de las manos sucias de tierra enfadada.
—¿Quién eres y por qué has cogido a María? No tenías permiso para tocarla
—Vivo aquí
—No es verdad, no hay ninguna casa cerca, mientes
—No miento, vivo aquí...bueno, vivo ahí
Señaló el manzano
—No puedes vivir en un árbol, ahí sólo viven los pájaros y las ardillas, vuelves a mentir y eso está feo
—No, vivo ahí, debajo del árbol
Ella abrió los ojos de sorpresa y entusiasmo
—¿Sí? ¡Yo vivo dentro del río!
Le dijo con una oscura sonrisa


martes, 4 de junio de 2019

Primera cita


Se observó en el espejo, estaba nerviosa con la cita, su primera cita con Iván.
Por fin él se había decidido a invitarla tras charlas insulsas, miradas y excusas tontas en la oficina para poder acercarse el uno al otro. Se habían tanteado desde lejos, gustado desde que ella entrara hacía ya seis meses en aquella oficina de la calle Alcántara y ella se había fijado en él desde que se lo habían presentado.
Aquellos ojos grises la cautivaron, le habían hablado de calma, de paz, de serenidad, de protección, le hablaban de un futuro y de un pasado lleno de aventuras, hablaban del amor que ella siempre andaba buscando. El sólo hecho de que él estrechara su mano, había provocado una descarga en todo su cuerpo diciéndole que era él, que era su alma gemela, que era la persona que buscaba.
Abrió el grifo de la ducha y dejó que el agua templada cayera sobre su cuerpo, pensó y fantaseó con lo que podría pasar, ¿le abrazaría?, ¿le cogería de la mano?, ¿le besaría?.
Deslizó su pierna dentro de las medias negras, cerró la cremallera de la falda, se abotonó la blusa, se miró de nuevo en el espejo, se veía bien pero ¿se veía deslumbrante? Recordó la voz de su abuela:”ninguna mujer nos vemos tan guapas como nos ven ellos”.
Sonó el telefonillo, era él. Sus nervios se quedaron atrapados en su estómago. Volvió a echarse un vistazo en el espejo, cogió su bolso y bajó.
Una sonrisa, un saludo, dos leves besos en la mejilla y su mano deslizándose sobre su cintura. Subieron a un taxi y la llevó a un restaurante italiano donde la agasajo en elogios. La cena fue perfecta, risas, confidencias, caricias sobre la mesa, un “me gustas” tímido…
Un paseo por el parque, conversando, abrazados, haciendo que ella se sintiera protegida. Distinguieron dos novios besándose en un banco y sonrieron.


Tania pensó que era el mejor beso que le habían dado, no invadía su boca con su lengua, iba despacio, le acariciaba los labios con ella, buscaba la suya con cierta timidez, con cierto reparo por si ella no quería y no intentaba llegar a uno de sus pechos. Marcelo era increíble.
Silvia le había pasado una nota de él por la tarde en clase, donde le pedía salir. Era el chico por el que todas suspiraban, con ese aire de pasota de las series de televisión, con su “chupa” de cuero y las gafas de sol tratando de ocultar unos ojos castaños que hablaban de malos momentos en la vida y de palizas de su padre.
Se había acercado a él en el recreo y le preguntó que dónde iba a llevarla.
—¿Te gusta comer o eres de esas que no prueban bocado por no engordar?
Ella le rió el chiste y hablaron el resto del recreo de lo que podrían hacer esa tarde, un cine, un burguer, un paseo por el parque, “por ser romántico” le había dicho él y luego unas cervezas con los amigos en el descampado.
Cuando acabó de besarla, Tania le sonrió en la oscuridad y distinguió a otra pareja caminando abrazados.


Iván la llevó a un garito que estaba muy de moda en la ciudad donde hizo la presentación oficial de su novia a algunos amigos suyos. Todos con grandes estudios y con grandes trabajos. Ella se sintió un poco fuera de lugar, pues sólo era una secretaría, de dirección, pero una secretaría al fin y al cabo y allí estaba ella rodeada de abogados que trabajaban para grandes bufetes o  arquitectos que tenían su propio estudio o estaban trabajando en New York y Milán. Sus nervios volvieron a quedarse en su estómago. Él se dio cuenta de cómo le hacía sentir aquella situación y se la llevo a la barra a pedir algo para beber.
—No te preocupes, son unos snobs, todavía me pregunto por qué soy amigo de ellos, les miro y no me veo reflejado. No les hagas mucho caso, si quieres nos vamos.—Ella le dijo que sí, que no se sentía muy cómoda y él le dedicó una gran sonrisa— Te entiendo, yo tampoco me siento cómodo con ellos, vamos.
Salieron a la fría noche, la abrazó y se dirigieron a ningún lugar.
En el descampado de enfrente, varios jóvenes disfrutaban del “botellón”.


Marcelo volvió a besar a Tania, se le acercaba con una media sonrisa en la cara, rodeaba su cintura, se dejaba embriagar por su colonia, le acariciaba el cuello y luego le besaba, le encantaba, sus labios sabían realmente bien y además, como no fumaba, no le sabía tan mal la boca.
—¿Quieres que nos vayamos con el coche por ahí?—le dijo en el oído
Ella entró en el coche con ciertas mariposas en el estómago, esas que aparecían cada vez que él la miraba. Se marcharon a la “colina del amor”, bautizada así por los jóvenes que iban para tener ciertos momentos íntimos.


Iván la acompañó hasta su casa, hablaron un rato en el portal, riéndose de sus ocurrencias y de cosas de la oficina, hasta que despacio, temblando, se atrevió a besarla. Ella se dejó llevar por las sensaciones, rodeó su cuello con sus brazos y dejó que, lentamente, invadiera sus labios.
—¿Quieres subir?


Amapola y Juan paseaban despacio, les gustaba hacerlo a esas horas porque apenas había gente por la calle y no molestaban con el andador de ella.
—Mira niña—le dijo él señalando la pareja que se besaba en un portal— ¿te acuerdas?, ¿cuántos años hace de nuestra primera cita?
Ella dio una ojeada a la pareja y luego a él, le vio como hacía cuarenta años, cuando le robó, en el portal de su casa, su primer beso.
—Muchos mi amor, muchos.


Imagen tomada de la red

viernes, 20 de octubre de 2017

Juntos


No podían estar juntos aunque su pasión,sus miradas, su piel y su corazón les dijera que estaban predestinados.

Pero se conformaban con mirarse de lejos, con un hola fugaz en la calle, con una leve caricia en el dorso de las manos al cruzarse y una sonrisa que encerraba la pasión de un beso.

sábado, 24 de septiembre de 2016

Te sigo buscando...

Subo al autobús y dejándome caer en el asiento, subo la música que llevó para que me aísle del resto del mundo. Mis ojos se pierden en el paisaje que hay más allá del cristal, subiendo y bajando las montañas, recorriendo los caminos sin ver donde acaban.
Me dejó transportar por la brisa que, perezosamente mueve las nubes y me pregunto si tú cabalgas sobre alguna. Si me ves desde arriba, si observas mis pasos, si en sus caprichosas formas me dejas algún mensaje

martes, 9 de agosto de 2016

Fin...


Contempló el paisaje, afligido, cansado...
Su reino abarcaba más allá de donde le llegaba la vista, o al menos así había sido.
Observó las ruinas de lo que había sido su castillo, su fortaleza, su hogar y lloró como un niño.
-Es la hora
-Lo sé amiga muerte y ganas tengo de marchar, durante milenios he podido observar el mundo, ver cómo han cambiado los hombres, cómo su avaricia y su arrogancia ha ido a más...estoy cansado de ver como el hombre se corrompe
-No hables así, también llegaste a conocer el amor incondicional de una madre, la ayuda desinteresada de un desconocido, la sonrisa inocente de un niño y hasta tu marchito corazón, una vez latió con la pasión del amor verdadero
Y mientras la muerte le envolvía con su manto, él sonrió con el recuerdo de aquel amor

sábado, 6 de agosto de 2016

La venta

-Yo soy todo lo que deseas- dijo mientras se levantaba- Soy tu codicia y tu avaricia, soy tu deseo y tu lujuria, soy el poder que ansias, soy el dinero, las mujeres, el lujo...¡lo soy todo! Todo con lo que llevas soñando desde niño, soy todas las mujeres que has deseado desde tu adolescencia, soy todo el dinero que quieres poseer en tu madurez y seré toda la vida que quieras beber en tu vejez.
Se acercó a él sibilina, le rozó el pecho con la mano, le acarició con una de sus alas y le quemó por un segundo
-Todo lo que quieres te lo puedo dar
-¿Y el precio?
Ella sonrió mostrando sus colmillos
-Es pequeño en comparación de lo que te puedo otorgar
Lo pensó, la miró, se perdió en sus curvas, en el calor de sus alas.
Se levantó y se dirigió a la ventana de la torre, observó la ciudad a sus pies.
Quería gobernarlos, quería tener sus vidas en sus manos, quería ser temido, odiado, deseado y envidiado...¡¡ella se lo daba!!
-Pero es que el precio...
-Sólo es un corazón y ni siquiera es el tuyo, destrozalo, aniquilalo, despedazalo...haz que caiga en la culpa, en la tristeza, en la agonía de no tenerte ¡y todo será tuyo!
Con sus últimas palabras la catedral entera vibró
Volvió de nuevo su mirada al exterior y se perdió en el brillo de la luna, ella estaría mirándola...¿podría destrozar el corazón de la única persona que la había amado de verdad?



Imagen tomada de la red